El brillo blanco en la curva del ojo
descubre un nácar que se agota.
La comisura del labio en la cima del rostro
funda un valle lentamente.
¡Tranquilo¡ Solo son cabezas seccionadas por asientos
y el tren que retrocede acomodándose a las vías.
Destellos de sol y sombra recorren con sus dardos
los vagones y las cortinas cuelgan mudas e impotentes,
sus cuerpos de acordeón color mostaza.
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