viernes, julio 08, 2005

Casi Marsella

El brillo blanco en la curva del ojo descubre un nácar que se agota. La comisura del labio en la cima del rostro funda un valle lentamente. ¡Tranquilo¡ Solo son cabezas seccionadas por asientos y el tren que retrocede acomodándose a las vías. Destellos de sol y sombra recorren con sus dardos los vagones y las cortinas cuelgan mudas e impotentes, sus cuerpos de acordeón color mostaza.

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