sábado, septiembre 17, 2005
la caja
Pronto el escándalo se encargaría de ponerme en mi lugar. Eso es lo que yo pensaba. Lo veía venir como algo lógico frente a una situación tan absurda como la mía. Había partes que no encastraban y la gente después de un tiempo termina por darse cuenta. Desde el principio sienten cierta incomodidad sin saber muy bien a qué atribuirla. Y un día estás frente todos, de la mano chorreante del escándalo y mirándolos. ¡Ellos ya lo sabían!
Esa es la escena que me esperaba. Mientras tanto seguía hipnotizado por mi encierro. Era siempre puntual, pero al mismo tiempo evitaba quedarme después de horario como ellos pretendían. Una de cal y una de arena. Al llegar a casa compraba cerveza y me encerraba a leer, escuchar música y fumar porros. Uno de esos días me vino a la cabeza la siguiente escena. Un chico se cruza con un borracho tirado en el piso y lo ve tan mal que se acerca para ofrecerle ayuda. El borracho tiene la mirada fija en un punto muy lejos. Esta vestido de saco y corbata. El chico le pregunta
- ¿se siente bien?
-¿Dónde vive?
-¿Me escucha?
El borracho apenas sonríe. El chico sigue.
-¿oiga? ¿me escucha?
-¿Cómo se llama?
-¿vive cerca?
-¿Dónde trabaja?
Entonces el borracho reacciona, se pone de pie y le grita en la cara.
-En un banco, en un puto banco.
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