Llega la mañana y compruebo que estoy más cansado de lo que creía. Fueron 100 kilómetros en total, así de golpe y sin entrenamiento. Paso gran parte del día tirado sobre el césped y cambiando de lugar para seguir en la sombra. Me duelen las piernas, los hombros y la cabeza, cada tanto me duermo por unos minutos, el resto del tiempo miro hacia el techo de hojas que tengo encima o estiro un poco mi espalda. Me preocupo sólo por comer y beber lo necesario. Corre un viento fresco.