miércoles, mayo 06, 2009

Notas

30 de abril. Por la tarde las golondrinas se persiguen, una mosca zigzaguea frente a mis ojos cuando miro hacia afuera a través del ventanal, detrás de los vidrios brota la santa rita apoyada sobre el limonero seco, racimos de limones gordos cuelgan del arbol del vecino, un pájaro negro con una lombriz en el pico naranja para sobre la santa rita, ladea la cabeza un par de veces, veo su ojo, ¿me está mirando? ¿es eso un tordo?, desaparece tan rápido como llegó, el viento suave mueve las plantas, a mis espaldas las notas que ensaya Manuel en la trompeta. Me acuerdo de dos gitanos, que pescaban subidos a un barco pesquero amarrado, el fin de semana pasado, con sus cadenas de oro alrededor del cuello y las muñecas, los brazos saliendo de la camiseta sin mangas, su aire de guapos, sus latas de cerveza y un jilguero en la jaula que dejaron apoyada hacia un costado.
El maestro no sabía nada más que esto: reirse. Un hombre así es raro en el mundo, pero, después de todo, no deja rastro alguno. Chuang-tzu

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